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“Havana Motor Club”: una mirada fílmica a la cultura del motor en Cuba

POR: Alex Perrone
Courtesy of Tribeca.
Cortesía de Tribeca.

Cuba ha sido la última distorsión del tiempo para todos los entusiastas de los coches clásicos fuera de sus fronteras. El país es conocido por muchas cosas y entre ellas están las carreteras llenas de automóviles de mediados de siglo, perfectamente conservados, anteriores al embargo impuesto a la nación en 1962. Estos coches únicos y la relación que tienen con ellos sus propietarios son una gran parte de la experiencia cubana. Desde el embargo, las piezas han llegado a sus costas de forma intermitente e inconsistente, por lo que, a menudo, cuando algo es realmente necesario, la única solución es construirlo o modificarlo. Los cubanos no tienen la El lujo de las impresoras 3D Ni máquinas CNC ni dinamómetros para encontrar la potencia. Y a veces los conductores están tan orgullosos de su oficio que muestran su trabajo en carreras ilegales en línea recta en calles civiles. Esa escena y cultura es el tema del documental financiado por Kickstarter. Club del Motor de La Habana.

Courtesy of Tribeca.
Cortesía de Tribeca.

Dejemos esto en claro: si te encantan los autos, TIENES que ver este documental. Retrata una visión única de la cultura automotriz que es a la vez extraña y familiar para cualquier amante de los autos. La película sigue a varios conductores con su propia visión de sus máquinas. Uno de esos conductores es Carlos, que conduce un Porsche 944 (lo llama “El Por-CHA”). Técnicamente, el auto todavía pertenece a su amigo Saul, un ciudadano con doble nacionalidad de Miami que trae piezas desde los EE. UU. Con la disponibilidad extremadamente limitada de piezas del condado, puedes imaginarte lo ventajoso que es eso. Sin embargo, aquí está la parte genial: el auto está registrado como Mitsubishi y el motor es un chevrolet V-8, eso es lo que lo convierte en un hot rod cubano. Otro conductor, Rey, de una familia de mecánicos, conduce un Chevrolet de 1955 que también es una amalgama de piezas encontradas. Piti conduce un Ford de 1956 al que llama Bucéfalo, llamado así por el caballo de Alejandro Magno. Finalmente seguimos a Jote, que equipó su 1951 Vado, la “Viuda Negra”, con un motor de embarcación recuperado del fondo del océano para intentar contrabandear cubanos a Miami.

Courtesy of Fandango.
Cortesía de Fandango.

En la película nos enteramos de que durante un tiempo las carreras de autos han sido parte de Cuba, pero un accidente notorio durante el Gran Premio de 1958 en el que murieron siete personas dañó la reputación del deporte en la nación a partir de entonces. Después de la Revolución Cubana un año después, el gobierno de Castro declaró que las carreras de autos eran elitistas y capitalistas. El secuestro del piloto estrella Juan Manuel Fangio por parte de las fuerzas de Fidel tampoco ayudó (los corredores de la película están organizando un evento en su honor). Durante las siguientes décadas vemos en la película que Deportes de motor Se han reducido a un subcultura clandestina ilegal, con conductores que arriesgan sus autos y enfrentan sanciones penales solo por disfrutar de los placeres de conducir a toda velocidad en línea recta en carreteras públicas con sus vehículos. No derrapan ni dan vueltas, solo se disparan desde parado hasta la línea de meta, una estrategia que recuerda a la era de los autos deportivos estadounidenses. Y durante ese breve tiempo y distancia, la emoción que los conductores que seguimos dicen sentir es demasiado familiar para los corredores estadounidenses o los conductores de todo el mundo. Club del Motor de La Habana En definitiva, es la historia de cómo los aspirantes a corredores luchan por devolverle legitimidad a su amado deporte. Algo con lo que creo que todos los aficionados a las carreras de todo el mundo pueden identificarse.

Courtesy of Bloomberg.
Cortesía de Bloomberg.

A lo largo de la película obtenemos una mirada al interior de la garajes improvisados, conductores y mecánica El director Bent-Jorgen Perlmutt filma de forma muy personal y cercana, sin escatimar en detalles sobre lo que sucede con estos autos, los conductores y los lugares que habitan. Toda la película trata sobre la preparación para un intento de tener la primera carrera oficial en décadas, y el cineasta evita la historia y los detalles que los entusiastas de los autos pueden esperar a favor de una exhibición de las "actitudes" de los corredores. En otras palabras, en la segunda mitad de la película se convierte en un documental de "cabezas parlantes" donde vemos a los conductores hablando sobre carreras en tiempo pasado en lugar de ver las carreras reales. Un breve capítulo muestra al jefe de la organización automovilística clandestina tratando de "legitimarse", pero finalmente encuentra formas de posponer la carrera oficial. Esta fue, en última instancia, la parte más frustrante de la película. Sin embargo, juega con el tema de la película sobre la desesperación que acompaña a esta pasión cuando los recursos para seguirla son escasos, pero aun así hubiera sido mucho más satisfactorio explorar la cultura de las carreras real a través de imágenes de los eventos y similares en lugar de recurrir a entrevistas con presentadores.

Courtesy of Bloomberg.
Cortesía de Bloomberg.

Todo llega a su punto crítico cuando nos acercamos al presente, mucho después de que se haya levantado el embargo a Cuba y Peugeot llegue a Cuba para mostrar algunos nuevos y costosos automóviles. La decepción que siente Rey se resume cuando nos dice que “todos los automóviles modernos se ven iguales”. Y, en última instancia, esa es parte de la razón por la que el documental de Perlmutt es una visita obligada para los entusiastas de los automóviles. Cuba es un lugar muy especial para los automóviles y lo que hace que estas reliquias de los años 50 y 60 sean más que simples piezas de museo o simples recordatorios de la tumultuosa historia política de Cuba. La dirección de Perlmutt realmente brinda a los espectadores un vistazo a una sensibilidad estética específica no solo en los automóviles que nos muestra, sino en este estilo documental que realmente nos transporta a un mundo que no tiene lugar para los hatchbacks intercambiables y los hipercoches diseñados por computadora. ¿Hizo este documental porque esta subcultura está en peligro de desaparecer a medida que Cuba abre sus puertas? Compruébelo usted mismo.


Havana Motor Club está disponible para streaming y descarga en todas las plataformas VOD como iTunes, Netflix y Amazon. ¡Te recomendamos que veas esta película!

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